viernes, 21 de noviembre de 2014

A PROPÓSITO DE UNA NUEVA CRÓNICA DE WEILDLER GUERRA

Una vez más el profesor Weildler Guerra nos sorprende con otro más de sus virtuosos comentarios periodísticos que tienen de denominador común un llamado a la conciencia de los hombres y mujeres del Caribe que en esta región se fortalece cada día más la unidad caribeña pero dentro de la mayor diversidad de culturas que hacen su razón de ser. Esta vez nos acerca a las cualidades y fortalezas de los pueblos raizales que habitan nuestro archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina que han sido golpeados por las decisiones de La Haya que hace dos años en las que Colombia perdió el control sobre una importante porción de una zona marítima al oriente del meridiano 82º, lo que la corte reconoció como de soberanía nicaragüense, al afectar sus desarrollos económicos y culturales ostentados desde hace un largo periodo de la historia de estos pueblos raizales. En su crónica el profesor Weijdler Guerra nos muestra de manera concisa, breve y amena, muy propia de su ya posicionado estilo literario, el fortalecimiento de la cultura raizal en el Caribe; pero también revela la existencia de "otras Colombias que mantienen tensiones con el centro del país que suele confundir la unidad nacional con la uniformidad de la nación". LAS OTRAS COLOMBIAS: LOS RAIZALES DE SAN ANDRES 21 de noviembre de 2014 a la(s) 14:31 Weildler Guerra Curvelo Al cumplirse dos años del fallo de La Haya que despojó a Colombia de vastas áreas marítimas, el Presidente de la República anunció que el Departamento de San Andrés contará con una curul más en la Cámara de Representantes. “Al igual que los indígenas y los afrodescendientes la población raizal tendrá representación en el congreso mediante circunscripción especial”, dijo Santos al anunciar también nuevas inversiones en el archipiélago. La voluntad de compensar a los sanandresanos por las consecuencias negativas que esta población deberá asumir a raíz de la mencionada sentencia, ha estado muy presente en la voluntad del gobierno nacional. Durante décadas los raizales del archipiélago han venido exigiendo un estatuto político especial acorde con sus singularidades históricas, lingüísticas, religiosas y culturales. Para autoreconocerse los pobladores de San Andrés y Providencia no han apelado al color de su piel ni a una mera taxonomía racial sino que han invocado el principio de precedencia territorial como sociedad en las islas y en el espacio marino que las circunda. Al fin y al cabo ¿quién es el nativo en el Gran Caribe insular? ¿el sefardita de Curazao o el hindú de Trinidad? La demanda de los insulares pone en evidencia la heterogeneidad cultural colombiana derivada de su propia historicidad y cuestiona la idea prevaleciente en el centro del país y en sus principales centros urbanos de una concepción homogénea de colombianidad. También revela la existencia de otras Colombias que mantienen tensiones con el centro del país que suele confundir la unidad nacional con la uniformidad de la nación. En reiteradas ocasiones los raizales han manifestado su rechazo al proceso de colombianización a que han sido sometidos. Entendida esta como la proyección económica, espacial, militar y cultural del país continental mestizo, católico e hispanoparlante hacia el archipiélago y que tiene componentes de violencia física y simbólica. El país ve en las islas y sus pobladores una simple posesión de ultramar, sin preguntarles a estos si reafirman su adhesión histórica y voluntaria a ese complejo y conflictivo, pero quizás esperanzador, proyecto de país que hoy llamamos Colombia. Adhesión que los isleños hicieron durante el proceso de independencia en la Constitución de Cúcuta en 1823. Esas otras Colombias como San Andrés o La Guajira, con sus peculiaridades lingüísticas y sus propias formas de organización social no tienen el propósito de realizar actos violentos, ni de secuestrar generales. Quizás sus demandas ocupen solo un punto subalterno en la agenda nacional. Se trata solo de pueblos del mar cuya importancia momentánea se deriva de estar involuntariamente inmersos en litigios territoriales entre estados. Esas otras Colombias, sin embargo, pueden ser las reservas de la imaginación del país. El escritor Derek Walcott ha proclamado un futuro prometedor para los habitantes del Caribe, como son los raizales, a los que considera hechos con retazos de pueblos y fragmentos de culturas, que no tienen sobre sus hombros el peso de la historia y, por tanto, son seres adánicos capaces de realizar inmensos prodigios. wilderguerra@gmail.com

domingo, 8 de junio de 2014

Apoyamos la negociación y solución política al conflicto armado

Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero” Nelson Mandela Vivimos en un tiempo en el que no pueden pasar desapercibidas las esperanzas políticas, no renunciamos a ellas, no renunciamos a que en nuestro país se dé una solución política y negociada al conflicto armado interno. En el marco de esas esperanzas de paz, no vamos a dar la espalda a las víctimas, no damos la espalda al proceso que se gesta desde hace varios meses en la Habana con las FARC, o el ELN y EPL en otros lugares, no damos la espalda al desgarro producido en el tejido social de nuestro país. Culminar el conflicto armado interno, que enfrenta a los/las colombianos/as con funestas consecuencias para el país tanto en daños a la infraestructura, a los ecosistemas, en violaciones a los derechos humanos y en la pérdida de muchísimas vidas; es el anhelo de todas y todos. Entendemos que en el proceso de la Habana no se resuelven los conflictos de fondo, derivados de la aplicación de un modelo económico que origina la protesta y movilización social contra la desigualdad y la injusticia social,pero es un buen punto de partida. Poner fin a este conflicto implica que se le quiten los argumentos a aquellos que viven de la guerra y se deje de enmascarar, en el miedo al “terrorismo” y el “Castro- Chavismo”, el verdadero origen del conflicto colombiano. Esto supone una pequeña esperanza frente a todo lo que hay que hacer, por eso, votar en contra de la guerra no significa que renunciemos a seguir luchando contra un gobierno neoliberal, máxima expresión del capitalismo salvaje; y contra las amenazas globales como la exclusión de la población, la privatización como política y la destrucción de la naturaleza. Desde luego que no. La memoria de lucha nos une siempre. La opción de voto en blanco en segunda vuelta no produce ningún efecto, porque no cuenta, por tanto, es imprescindible visualizar y comprender la coyuntura que hoy nos pone en una difícil disyuntiva, elegir a quien está conversando y avanzando para terminar concertadamente el conflicto armado interno y al que menos afecta la estabilidad latinoamericana, derrotando a los amantes de la guerra que intentarán, cooptar, controlar, y manipular a su beneficio los miedos instalados, por ellos mismos, en la población; o quedarnos de brazos cruzados. No es fácil para nosotros/as, maestros y maestras conscientes, votar por Santos, pues reconocemos la orientación neoliberal de su gobierno, expresado en la mercantilización de la salud y la educación, empeñado en ahondar el modelo de acumulación basado en la extracción de materias primas y la promoción de la inversión por parte de multinacionales; entre muchas otras cosas, pero ante el autoritarismo uribista que quiere instalarse nuevamente en la casa de Nariño, con Zuluaga, para profundizar la guerra y los conflictos con los países de la región,nos vemos avocados a movilizar nuestra indignación,rebeldía y determinación para evitarlo. Entonces, es nuestra tarea despertar la humanidad como la dimensión más profunda que hay en las personas y que nos impulsa a apoyar un proceso de negociación que va muy avanzado y sumar fuerzas para que las generaciones presentes y futuras podamos vivir un hoy, un mañana sin conflicto armado. El presente y el futuro está abierto, el país que vota elegirá. Tendremos también, los colombianos y colombianas, que re-inventar aprendizajes en el postconflicto para contribuir a las transformaciones que van a ser posibles, buscando propuestas y esfuerzos colectivos para las tareas que están pendientes y que contribuyan a aperturas posibles para hacer realidad los sueños de un mejor país. Con fortaleza, valor y determinación, Movimiento Magisterial Dignidad Educativa